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Posts Tagged ‘Arte’

Parece que sólo se me acercan personas deformes y con mala suerte en la vida…

Me alegraba de poder ayudarles… pero yo también era un desastre que necesitaba a este tipo de gente para vivir… Pero… ya estoy cansada de ser el paño de lágrimas de todo el mundo… Pienso que se podrá mantener algún tipo de relación en la que se necesite de verdad a los demás, pero sin tener que depender unos de otros.

Yo… Fui hasta lo más lejos que pueden llegar las personas, pero allí no me esperaba ninguna respuesta… Para conseguir las respuestas, tenías que dejar de ser humano… Pero sólo con saber que se puede llegar hasta allí, tendrá que ser suficiente (…) aunque no fuera real… esté o no loca, esta convicción es inamovible. Yo… pase lo que pase ¡Estoy decidida!

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El solar de los sueños

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El solar de los sueños de Hideji Oda es un manga agradablemente perturbador.

Renei es una joven pintora que mantiene una relación con uno de sus profesores (casado y con una hija pequeña). A Renei el pasado, y en especial las muertes de su pasado, le acosa con una virulencia tal, que tan sólo ha logrado sobrevivir viajando al imaginario (o no) mundo de Kû. Allí se reencuentra con personas fallecidas: un amigo de la infancia, su hermanastro, y a una compañera de instituto que se suicidó, Kaya.

En el mundo de Kû viven otros seres peculiares, entre ellos Dios.

Renei les busca un sentido a la vida, a la existencia. Su arte, consiste no tanto en pintar como en rascar sobre una tela coloreada en negro, es extrañamente parecido a una sala del mundo de Kû donde –en teoría-, todas las respuestas serán reveladas. Pero ¿no se convierte el que conoce todas las respuestas en parte del misterio?

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Estructurado en cuatro capítulos, El Solar de los Sueños, recorre el vacío adolescente, la terrible soledad del ser humano, el acoso escolar, el suicido, y el incesto con pinceladas de lolicon, todo ello enmarcado en un ambiente pesado y corrompido por el pasado. Donde se cuestiona, no sólo el sentido de la vida, sino también el poder del exceso de la imaginación como confrontación a la cruda realidad. ¿Es evadirse una salvación?

Según cuenta Hideji Oda en unas líneas finales, a modo de epílogo, la obra de Renei, se basa en la obra, real, de la pintora Yuko Kawada.

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De visita al CAIXAFORUM III

El edifico en sí es ya un obra de arte.

Con mi visita fugaz lo poco que percibí es que el edificio es mucho más grande que lo que expone en su interior. Quizás sea norma de museos y exposiciones no saturar al espectador y dejar altos y anchos huecos vacíos. Pero al precio que está el metro cuadrado en la city parece desaprovechar.

 

Uno entra bajando, lo que ya de entrada choca. El Louvre y su entrada bajo la pirámide de cristal seguro que ha influido. Dos enormes estatuas de medio cuerpo y de bronce te hacen sentir insignificante camino a una descomunal puerta giratoria (que gira sola) para dejarte en un vestíbulo donde todo está lejos. De no ser por los grupos de turistas vaciados en carretillas alrededor de un guía, la sensación de pequeñez volvería a asaltarte.

 

Exposiciones hacia arriba y hacia la derecha. A la izquierda por un pasillo ancho como mi garaje, las consignas (más luminosas y limpias que las de una estación) y los lavabos.

Hablemos de los lavabos.

La puerta es una mole plateada que parece sacada de una sala de forenses. Frío, silencioso, metálico y oxigenado. Los baños son sombríos y fríos. En mi humilde experiencia como usuario de baños les daría un 6,5 sobre 10 (entiéndase que el lavabo 10 no existe).

 

Para subir, uno dispone de escaleras mecánicas –silenciosas-. Arriba, grandes salas, altas y blancas. Da igual que la exposición sea de dibujos de palmo o de fotografías de 3 metros cuadrados. En la pared de entrada, una breve introducción-reseña. Me acerqué curioso para descubrir si las letras estaban pintadas, pegadas o era una lona o póster. Creo que pintadas, aunque Raquel opinó que estaban pegadas. Lo que nos llevó a una discusión acerca del pobre señor que tenía que pegar letra a letra el texto.

Uno puede acceder a un patio-pasillo superior, por el cual accede a tres salas menores (menor entiéndase gigante). Esa zona es la más bonita del edificio. Un ascensor o una escalera (de toda la vida) permite acceder a la sala 5, la micro-sala (del tamaño de mi casa –y mi casa es grande-).

 

Pese al tamaño del edificio, uno no se pierde, y en caso de suceder debe dirigir su mirada hacia el techo, pues justo donde termina la pared hay un micro cartel-flecha indicador (para no estorbar la obra). En todas las salas hay una obra repetida, se titula “Extintor” (¬¬ sorry, tenia que hacer este chiste). También hay esparcidas unas extrañas sillas, casi taburetes, en algunas esquinas sin que llegase a entender la finalidad de las mismas.

 

El CAIXAFORUM es gratis ^.^ y está delante de las fuentes de Montjuïc, donde confluyen la Avenida Rius i Taulet con la Avenida Marques de Comillas (este chiste es tan fácil…). Cerca de parada Plaza España, del Metro.

 

 

 

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En el CAIXAFORUM, una de las exposiciones estrella (Todas son “estrella”, porque pertenece a “La Obra Social” de “la Caixa”. ¿Y el símbolo de “la Caixa”, es? La estrella ;D) era una titulada LA PASIÓN POR EL DIBUJO, de Poussin a Cézanne

http://www.fundacio1.lacaixa.es/SGI/Actividad.jsp?idActividad=15486&idTemaGen=-1&idTemaPro=-1&idCentro=918213&idTipoCentro=-1&idPerfil=&idTipoAct=36&idIdioma=1

exppo_Caixaforum

Encontramos entre las obras algunos dibujos de Charles Baudelaire y Victor Hugo (Las flores del Mal, y Los miserables, por poner dos de las obras –literarias- por las que son conocidos estos dos… artistas).

De entrada, uno se pregunta si los dibujos de Baudelaire y Hugo están ahí por que los hicieron en la época que abraza la exposición, si tenían una faceta pintora que –reconozco- que desconocía, o porque son “famosos” y se han encontrado dibujos suyos.

 

 

Hace poco se subastaron unas acuarelas supuestamente del tío Adolph por unos precios desorbitados. Del talento pintor del Fürher siempre se ha dicho que era malo (de joven lo rechazaron en la escuela de Bellas Artes).

De la misma manera que uno “intuye” que el precio de estas obras tiene que ver más con el autor que con la calidad; siempre he pensado si las críticas tan negativas que sus biógrafos hacen de su obra pictórica no pudo estar influida por la animadversión –lógica-, del personaje.

 

Los vasos comunicantes entre obra y artista es un tema complejo.

 

 

 

Y luego tenemos la manía de etiquetar. Víctor Hugo es escritor. Así lo pone en los libros de textos (“así me lo aprendí yo”), pero cuando aparecen dibujos suyos en una exposición, entre los de David o Cézanne, uno se plantea hasta que punto las etiquetas que nos sirven para ubicar, también nos limitan la visión de un artista.

Salvador Dalí era pintor. Pero también era un escritor prolífico, y un diseñador de joyas, y…

 

Parece obvio atribuirle la etiqueta por la faceta creativa que más fama y reconocimiento le dio, pero conviene SIEMPRE levantar la etiqueta y ver lo que hay debajo…

 

 

Y el día menos pensado, me pongo yo mismo a hacer garabatos.

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De visita al CAIXAFORUM I

Estuve en el CAIXAFORUM de Barcelona, enorme edificio dedicado a exposiciones varias. El objetivo era Colors en serie, pero la brevedad y simplicidad de la exposición (no es otra cosa que los episodios visto en el programa homónimo de le tele) nos llevo, a Raquelín y a este que escribe, a dar un garbeo por otras salas.

La que más cavilaciones nos produjo se titulaba: The Happy Family.

http://www.fundacio1.lacaixa.es/SGI/Actividad.jsp?idActividad=17450&idTemaGen=-1&idTemaPro=-1&idCentro=918213&idTipoCentro=-1&idPerfil=&idTipoAct=36&idIdioma=1

Ubicada en sala 5 (el último piso).

La obra es un cubo de cristal en medio de la sala, con cuatro figuras en su interior. Un león (de cabellera rosa), un guerrero africano (con lanza y escudo), un explorador barbudo, y, a los pies de ellos, una rata en un escritorio, enfrascada en la confección de alguna exultante narración.

Las figuras tenían la estética de los cómics de Tintín (menos la rata); y parecían sacados de Tintín en el Congo. Y físicamente no se alejaban demasiado de esas reproducciones a tamaño natural del reporteo belga que uno puede encontrar en un tienda de merchandaising del mundo del cómic.

En el viaje de vuelta, en un tren asardinado, pensé en una reflexión sobre el arte surgida en el programa de debate Millenium (sábados, 23:00 canal33). La charla en aquella ocasión era acerca de la ópera en el mundo actual. Uno de los invitados era el tenor José Cura (aprovechando que el buen hombre estaba representando Andrea Chénier en el Liceu de Barcelona).

Cura –buscando un paralelismo con la pintura- dijo: “Uno ve un cuadro de Van Gogh y puede pensar que lo ha hecho su sobrino. Al fin y al cabo, sólo son colores echados… ¡pues ves y échalos tú!”

Si el objetivo de esa obra era provocar cavilaciones, en mí lo ha logrado. Al menos, las mínimas para llevarme a escribir esto, y hacer algunos chistecillos.

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“Venga Bart date prisa, nos vamos al cine, tu madre nos lleva ver una película del sueco ese de los siete sellos” Homer Simpson.

Esta cita pertenece al segundo episodio de la primera temporada de Los Simpsons (Bart, el genio). Debió de ser ésta la primera vez que tuve conocimiento de Ingmar Bergman. Claro esta que en su día no entendí el chiste.

Supe de él por otros. Lejano, difuso, hermético, Bergman era un GRAN director sueco, cuyas películas nunca se emitían por televisión. Lo primero que pensé, fue que debía tener algún parentesco genial con Ingrid Bergman (sueca, actriz); resultó que no. Woody Allen parecía admirarle mucho, y los humeantes tertulianos de José Luis Garci en Qué grande es el cine hacia mención a él a menudo. Parecía una figura intocable, perfecta y casi irreal.

No vi una película de Bergman hasta el verano del 2005, durante un breve ciclo que hizo La2 de TVE. La primera fue El séptimo sello.

No me gustó.

Tampoco la entendí (creo que casi nunca he entendido una obra escrita o filmada, y mucho menos pintada o compuesta).

En El séptimo sello, descubrí escenas que “otros” a posteriori habían copiado. Me impactó ver a Max von Sydow, a quien conocía de mediocres películas americanas, asumiendo el reto de un protagonismo tan aislado. Su confesión, en la película, con la Muerte, me resultó inquietante, más que la partida de ajedrez. Tuve la impresión que nadie más mostraba gente angustiada por aquellos temas, y de un modo serio y frío. Eso me hizo pensar en unas palabras de Isabel Coixet, que dijo algo cómo “de joven iba al cine a ver Bergman, y salía con ganas de suicidarme”.

La ambientación de la historia, ayudó a formar en mí la estampa de algo antiquísimo. Tanto, que cuando después me enteré que Ingmar Bergman aún estaba vivo, le atribuí unos mil años.

Fresas salvajes, me encantó. Ahí ya hubiese firmado “Bergman qué gran talento”. Le siguieron El rostro y Como en un espejo, entonces ya las contemplaba con interés, consciente que me perdía la mitad de lo que pretendían mostrar, pero siempre fascinado por alguna cosa. Había diálogos de una crueldad tan sincera que tan sólo podían ser sinceros pensamientos. Cosas que uno piensa –secretamente-, pero que no osa decir. Aquellos personajes, a veces perdidos y descorazonados, emitían palabras de una contundencia tan impactante, que si se hubieran disparado no se hubiera hecho más daño.

Por aquél entonces ya había visto dos de las obras de Allen más cercanas a Bergman: Setiembre y Interiores me parecía que “el alumno” había llegado a limar, y a hacer más digerible, algunas de las mismas ansias y angustias del maestro.

Hasta que el 6 de agosto de ese 2005, topé con Secretos de un matrimonio.

Esa… esa cosa, estaba por encima de la ridícula etiqueta de “película”, por encima de la definición de “obra maestra”. Aquello iba mucho más allá de cualquier cosa que este humilde idiota hubiera podido ver e imaginar jamás. La vida, la vida de una pareja de seres humanos, con todas sus contradicciones, auges y caídas, están ahí, expuestas.

¿Cómo un tipo puede sentarse y escribir algo así?

¿Y cómo puede, luego, manipular un equipo de gente, actores y técnicos, para representar aquello?

¿Cómo?

Al acabar de verla, tuve la sensación que ya podía morirme. Que nada podría superar aquello (a día de hoy, aún no he visto nada que lo supere).

Ingmar Bergman acababa de destrozar cualquier ranking de películas, directores y análisis del ser humano que hubiese podido hacer. Se había salido. Era otra cosa.

Bergman era Dios.

Ingmar Bergman

Acabo de terminar la lectura de sus memorias, escritas en 1986, LINTERNA MAGICA, un irregular libro, en cuyas páginas leeremos mucho de lo que ya hemos visto en sus películas (él mismo, remite peleas matrimoniales a escenas de sus películas). Un libro en el que he descubierto que, al igual que el Homer “inventor” estaba fascinado por Edison, y Edison por Davinci, Bergman lo estuvo, desde sus lecturas adolescentes hasta el final por el dramaturgo Strindberg. Un libro de memorias de un tipo egocéntrico, tiránico con “sus familias”, y aquejado de eternas dolencias psicosomáticas –retortijones intestinales y vomitonas a destiempo-. Un libro que me ha humanizado, hasta extremos vulgares a esa figura, casi divinizada, que usó, y rehusó, su vida para su arte. Un libro que no es el libro de un cineasta, sino el libro de un ser que amó profundamente… ¡el teatro!

A Bergman la cultura, la lectura, se le nota en su trabajo, enumera sus lecturas adolescentes: Dostoievski, Tolstoi, Balzac, Defoe, Swiff, Flaubert, Nietzche y siempre Strinberg. Y añade, reconociendo que “a menudo no entendía nada”.

Un par de pasajes del libro:

si por un momento levantase la máscara y dijese lo que realmente pienso, mis compañeros de trabajo se volverían contra mí, me harían pedazos y me tirarían por la ventana […] A pesar de la máscara no estoy disfrazado. Es un filtro. No debe dejar pasar nada de la esfera privada que no venga a cuento.

“Me lanzo contra los demonios con un método que me ha funcionado en crisis anteriores: divido el día y la noche en unidades de tiempo determinadas y lleno cada una de ellas con una actividad o un momento de descanso establecido de antemano. Sólo cumpliendo implacablemente mi programa, día y noche, puedo defender mi cerebro de unos dolores tan violentos que llegan a ser interesantes. En pocas palabras, recobro la costumbre de planificar minuciosamente mi vida y ponerla en escena.”

Y unas citas que describen un carácter:

“Mostrar las calamidades privadas en el trabajo es una falta profesional grave.”

“La posibilidad de abandonar un proyecto ha de dar coraje para continuarlo.”

“Paciencia y buen humor, reír en lugar de reñir.”

“Sólo el que está bien preparado tiene la posibilidad de improvisar”

“Empezaba a oscurecer sin que yo viese la oscuridad.”

“El miedo realiza lo temido”

Y un destello de humor en el hospital:

“Una tarde le pregunto al amable médico si alguna vez en su vida ha curado a una sola persona. Reflexiona circunspecto y me contesta: “Curar es una palabra muy seria”, después mueve la cabeza y me sonríe para animarme”.

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En mi visita VIRTUAL a los palacios del Hermitage, en Rusia, lo más destacado fue la malaquita, esa bella y extraña piedra colorida y pulida procedente de los montes Urales.

malaquita

Y el descubrimiento del escultor Antonio Canova (1757 – 1822).

Canova fue uno de los principales exponentes del período Neoclásico Italiano. Sus trabajos con el mármol le hicieron popular y requerido por las cortes europeas, en especial por la mandamás y mecenas rusa, Catalina “la Grande”.

Las tres gracias - Canova -

Su obra más célebre son Las tres gracias.

Representan las tres fases del amor: belleza, deseo y plenitud.

(Yo añadiría dos más: desengaño y frustración; pero en fin…)


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Prison Break

Husmeando por los fotologs encontré esta imagen. Es una fotografía tomada en la calle de alguna ciudad, donde algún fan de la serie ha colgado esos carteles de “Se busca”. El detalle está currado, contiene foto y crímenes cometidos por los fugados (Para l@s despistad@s diré que se trata de cuatro de los protagonistas de PRISON BREAK). Me pareció simpático.

Luego, me percaté en Dalí en la parte superior, y en BugsBunny. ¿Qué hace –qué pinta XD- Dalí ahí? ¿Qué anuncia, qué vende se estampa?

Tengo en pause DALICEDARI, un ensayo de Miquel Visa, sobre el personaje. Tengo en mi lista mental de futuras lecturas las autobiografías de Dalí. Tuve una visita fugaz al Teatro Museo de Figueres, y he visto las películas: “Un perro andaluz” y “Babaou”.

Pero lo que quisiera contar es un detalle captado por un documental. No recuerdo el nombre, y tampoco tiene mayo trascendencia, pero el documental contenía unos segundos de imágenes de una fiesta de la “jet-set” de NY. Entre la gente, pasaba inadvertido un Salvador Dalí. De repente, Dalí se percata que hay una cámara. Enseguida levanta su bastón, adopta una postura erguida, y se hace ver. Es decir, interpreta a Dalí.

La mayor y mejor obra que escribió, o pintó, Salvador Dalí, fue su mismo personaje. Dalí llegaba a trabajar hasta 10 horas al día; aunque él fuera el primero en encargarse que su propia obra quedara eclipsada por sus ansias de notoriedad y publicidad. “Hablad de mi, aunque sea mal”.

En esto, no fue ni el primero, ni el único, otros de mis dos héroes -Woody Allen o Marilyn Manson- han logrado lo mismo.

Dalí estaría contentísimo de ver que años después de su muerte, su estampa sigue en la calle; aunque sea al lado de Bugs Bunny, y encima de Scofield y Bagwell.

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