Jekyll (Cuatro, domingo 23:30)
Jekyll
El clásico mito novelesco de Jekyll & Hyde, de Robert Louis Stevenson, tiene una nueva adaptación televisiva. Jekyll es una mini serie (6 episodios de 60 minutos cada uno) de la BBC1 británica, con el actor James Nesbitt como protagonista.
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El doctor Tom Jackman, que ha abandonado a su familia sin que ésta sepan por qué, sufre un extraño trastorno: padece las visitas de un agresivo alter-ego. Para intentar vigilarlo contrata a una secretaria-psiquiatra, que lo espera (a Tom o “al otro”) en un modesto pisito donde hay una silla con correas, y les pasa mensajes de uno al otro. Y es que las “personalidades” desconocen detalles la una de la otra.
Preocupada por su marido, la esposa, ha contratado a un par de detectives, pues cree que Tom la ha abandonado (a ella, a los niños, a la preciosa casita) por otra mujer. Cuando Tom visita a las detectivas, éstas han recibido una enorme cantidad de dinero para alejarse del asunto (tanto, que cierran la agencia). Tom descubre que aquella furgoneta negra que hace meses que le sigue, NO es de la agencia de detectives.
La parte oscura de Tom, que parece interesada en hacerse llamar Bill, se presenta con puntualidad en su vida. Una noche, en un bar, un par de misteriosos personajes le llaman “Mister Hyde”, y afirman que él, es algo de su propiedad.
Tom acude a la casa de campo de las detectivas (son pareja y están embarazadas) donde le cuentan su extraordinario parecido físico con el Doctor Jekyll, amigo del escritor Stevenson, de quien pudo tomar, el autor, algo de verdad para su historia. Es allí, donde Bill (o Hyde, o la parte oscura de Tom) descubre a la familia de su faceta tranquila.
Y decide visitarla…
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En el primer episodio pasan muchas cosas. Suficientes para querer saber más, y no las bastantes para que el espectador se pierda. De todas, la más atrayente es la aparición de la parte oscura de Tom. Ese Hyde es, sin duda, el mayor valor de la serie. Es algo así como un T-Bag (el de Prison Break) con poderes de Heroes. Un tipo burlón, sarcástico, veloz, ágil, socarrón, y peligroso. Una atrayente composición.
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La primera impresión ha sido positiva. La versión del clásico está modernizada, no niega sus fuentes, aunque intenta buscar su propio espacio. Y James Nesbitt logra un Hyde que pide más protagonismo a gritos. Y todo ello sin necesidad de grandes efectos especiales.
A verla se ha dicho.